miércoles, 2 de abril de 2014

Un poco de historia. Primera Parte

Buscando información sobre la historia de las lenguas de signos, he tenido que leer decenas de artículos y no he encontrado por así decirlo, sus inicios. Hasta ahora.
Por alguna razón, casi todo se remite a los distintos nombres que recibió la actual conocida lengua de signos a través de la historia.
Entonces me paro a pensar que el origen quizás sea un poco obvio, personas nacidas sordas que necesitan comunicarse de otra forma allá de la comunicación oral, ya que ser sordo es ser también de alguna forma “mudo”.

La historia del sordo está marcada por una lamentable concepción horrible de la sordera. El sordo es
“mudo”, por tanto, no es una persona capaz de comprender, era visto como un enfermo. Así, la imposibilidad de adquirir una lengua oral estigmatizó al sordo. Se le consideró un ser enfermo incapaz de razonar y por entonces era desvalorizado en todos los sentidos.  Al respecto, Oliver Sacks comenta:
“... la sordera congénita se da en todas las razas y países, y así ha sido desde el principio de la historia. Afecta a una milésima parte de la población. Samuel Johnson dijo una vez que la sordera es «una de las calamidades humanas más terribles»; pero la sordera en sí no es ninguna calamidad. Una persona sorda puede ser culta, y elocuente, puede casarse, viajar, llevar una vida plena y fructífera, y no considerarse nunca, ni ser considerada, incapacitada ni anormal. Lo crucial (y esto es precisamente lo que varía muchísimo entre los diferentes países y culturas) es nuestro conocimiento de los sordos y nuestra actitud hacia ellos, la comprensión de sus necesidades (y facultades) específicas, el reconocimiento de sus derechos humanos fundamentales: el acceso sin restricciones a un idioma natural y propio, a la enseñanza, el trabajo, la comunidad, la cultura, a una existencia plena e integrada”. 


Las palabras de Sacks nos remiten al juicio que se ha hecho sobre las personas sordas a lo largo del
tiempo; actitudes negativas y positivas han enmarcado la visión que tiene el oyente con respecto del
sordo. No obstante, la concepción de la sordera ha cambiado con el paso del tiempo; ser Sordo en el
siglo XXI no es lo mismo que ser sordo en el siglo XII. Durante la Edad Media europea se mantuvo
la idea de que el sordo no podía ser educado, se creía que por “no poder hablar” tenía una
discapacidad intelectual. No es hasta mediados del siglo XVI, cuando dicha concepción comienza a
cambiar y se desarrollaron técnicas para la instrucción de los sordos, entre las cuales se encuentra el
uso de las señas. De este modo, la historia del Sordo y de las lenguas de señas está relacionada con los primeros educadores.
Dentro de la historia de estos primeros educadores en España destaca la figura de Pedro
Ponce de León (1520-1584), de la orden benedictina, quien intenta con éxito la educación del sordo
a través de la utilización de la dactilología, la escritura y el lenguaje oral.

En 1755 surge la figura más relevante en la educación de los sordos. Fue el abad francés
Charles Michel de l’Épée, quien funda en París la primera escuela pública para sordos; desarrolla un
alfabeto ―dactilología―, y un lenguaje signado.
Su trabajo consistía en documentar cada una de las señas, y posteriormente tratar de darle una estructura gramatical que fuera lo más parecida a la estructura gramatical del francés.



1 comentario:

  1. Interesante. Siempre me ha gustado la historia, y el origen de una lengua como la de signos sin duda se produjo por causas diferentes a la de otros idiomas y me resultaba curioso. Algo nuevo que aprendemos.

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